Sueño 2
1.
Estoy en una gran sala en la India. Es de noche y por todas partes hay esteras de rafia en las que los monjes se han enrollado para dormir. Todos llevan túnicas budistas amarillas y rojas. Seguramente hay más de 100 monjes. El aire es agradablemente fresco y poco picante. A través de las numerosas y amplias ventanas sin cristal veo que está lloviendo. Reconozco a uno de los monjes como el XIV Dalai Lama. Me dirijo hacia él, junto las manos, radiante de alegría, para el tradicional saludo tibetano y le grito amistosa y alegremente "¡Du-la Bab!". El Dalai Lama pone cara de enfado y me dice: "¡Idiota! Qué estúpido eres!". Me siento afectado y entro en mí mismo. Me despierto.
2.
Es por la tarde. Me dirijo con mis amigos de estudio a una pequeña cabaña abierta para hacer barbacoas en una montaña de Hessen. En la cabaña está sentado el XIV Dalai Lama, Tenzin Gyatso. Uno de mis amigos se limita a decir "Hola" y yo le digo "No, mira, así es como funciona:" y junto las manos para el saludo tibetano y hago una profunda reverencia. El Dalai Lama no me mira con tanta rabia como en el sueño uno, pero sigue diciendo: "Ya basta. Así no". No estoy tan preocupado.
Estoy en Egipto. Estamos caminando por el desierto del Bajo Egipto. Estoy con un amigo y hay mucha gente caminando detrás de nosotros. Es un día soleado de verano. Está nevando. Grito: "¡Mira, nieve en Egipto!". Nos reímos y nos lanzamos bolas de nieve. De repente, estamos en una comisaría de policía egipcia y un amable fiscal alemán se sienta frente a mí. Me río y digo: "¡Seguro que tenemos mucho que contarnos!". Él sonríe a través de sus gafas con ojos divertidos y serios y dice: "Sí, yo también lo creo...". Me despierto. 3.Estoy en un salón poco iluminado. Es de noche. Unas velas arden sobre una cómoda. En medio de la cómoda hay un televisor. De repente, el televisor se enciende y aparece una estatua de bronce de Buda. Junto las manos con alegría y reverencia a modo de saludo y digo "¡Santo!". De repente, me encuentro sentado en un sofá situado en la pared opuesta a la cómoda. Sentado a mi lado, también en el sofá, hay un hombre de unos 25 años con gafas de montura de níquel y pelo oscuro de longitud media. Tiene rasgos finos y habla en el alemán que suelen hablar los jóvenes de 25 años: libre, suelto y desinhibido. Entonces le reconozco: Gautama está sentado frente a mí. Me habla en un tono jovial y relajado, que no debo preocuparme y que definitivamente "lograré" lo que me he propuesto. Me sorprende su mundanidad relativamente "normal". Me alegro mucho de este encuentro. Me despierto.
3.
Estoy en el espacio. Las estrellas titilan por todas partes. Viajo en mi cuerpo sin traje espacial. Me siento cálido, seguro y protegido. Disfruto del universo. De repente me encuentro en un planeta. Veo un desierto de hielo estéril, bordeado por cordilleras dentadas a mi izquierda. Todavía no llevo el traje espacial, pero estoy dentro de mi cuerpo físico. Estoy en Saturno. Un ángel me acompaña, en vaqueros y camiseta. Lo saludo con gran alegría, ya que lo conozco desde hace tiempo. Él y yo sonreímos. Me dice que podemos entrar en la cueva de las montañas y ponernos cómodos. Estamos en una cueva de hielo y piedra. La sala tiene una forma irregular con paredes lisas y blanquecinas. En el centro de la habitación hay una mesa de centro y alrededor de ella los conocidos sillones cubiertos de tela marrón. Somos unas ocho personas. Me parece completamente normal estar en Saturno y no necesitar un traje espacial. No me sorprende la situación. Todos sonreímos más que hablamos. Me despierto.
