¿Trauma?
La vida es un sueño.
Caminamos por senderos que en parte son evocados y manifestados por la conciencia colectiva y en parte por nuestra conciencia individual. "Conciencia" es una elección engañosa de palabras, porque describe un estado de total inconsciencia. Dentro de la "vida" onírica se aplican ciertas reglas de la naturaleza. Cada uno de nosotros contribuye a la validez, preservación y configuración de estas leyes a través de nuestra creencia individual en su inviolabilidad. Dentro de nuestro sueño colectivo, todos los seres sintientes pueden experimentar períodos de descanso y sueño. En estas fases transformamos lo que comúnmente se llama soñar. Nuestra experiencia durante el sueño es, por tanto, una oportunidad preciosa para cuestionar nuestra "conciencia despierta", porque ésta, a su vez, también es sólo un sueño, en un sueño, en un sueño.
Es en la conciencia, y en el reconocimiento de esas reglas y leyes que rigen nuestra experiencia colectiva, donde tiene lugar su manifestación. Las leyes de la naturaleza que -aunque colectivamente- sólo son soñadas, SIEMPRE pueden ser reformuladas y superadas. Los viajes astrales, las curaciones espirituales, los saltos en el tiempo, la telepatía, la telequinesis y otras percepciones extrasensoriales son una expresión de la superabilidad de las leyes en las que generalmente creemos - y que por tanto formulan nuestra realidad.
La semilla de un pensamiento verdadero y sublime - una vez plantada - da sus frutos a su "tiempo".
El tiempo es la medida utilizada para determinar la diferencia o correlación entre una porción de causa y una dosis de efecto dentro de nuestro sueño colectivo. El tiempo y el espacio son idénticos: ambos son términos diferentes para el mismo fenómeno en nuestro plano experiencial, y describen el lugar que está *entre* dos eventos. Puede ser significativo querer cambiar ese sueño que llamamos vida, pero creo que nunca podremos privarlo de su carácter original, tal como lo veo actualmente, que es deseado por el amor divino dentro de nosotros. Así que el objetivo de nuestros esfuerzos puede ser, quizás, reconocer la vida como un "sueño" dentro de nuestra conciencia y querer superarlo. En otras palabras: podemos expresar en nuestro interior el deseo de despertar.
El despertar sólo puede ser alcanzado por aquellos que sueñan - y al hacerlo, madurando gradualmente - se vuelven "verdaderamente" conscientes de que están flotando en una ilusión. Si se produce el despertar de un individuo, como experimentó, entre otros, el Buda Gautama, y si este individuo decide comunicar su realización a todos los dormidos, el sueño de la colectividad cambia. Todos nos movemos en nuestros sueños, todos ampliamos nuestros límites dentro de nuestras vidas, todos nos esforzamos hacia la luz de la fuente divina del amor. Nuestros esfuerzos y aspiraciones pueden ser complacientes o intensos; podemos ser mentes serias, ingeniosas, risueñas o mentirosas - al final nos daremos cuenta de que lo sabíamos todo incluso antes de que comenzara nuestro viaje. La "realidad" es la acción - la causa somos nosotros mismos.
