Globalización
Echemos un vistazo a lo que políticos e industriales han llamado "globalización", una venta del mundo con connotaciones positivas.
Para que se entienda mejor, pondré un ejemplo para ilustrar dónde reside la amenaza para una economía global. En 1995, una conocida empresa comercial estadounidense era más rica que Israel, Polonia y Grecia juntos, y esta empresa sólo era la duodécima del mundo en aquel momento.
Las empresas de ámbito mundial con una estructura clásica suelen estar dirigidas por un consejo de administración, que a su vez responde ante un consejo de supervisión. Los líderes de los flujos financieros y comerciales globales, que se presentan al público, son a su vez empresas "nobles", que parecen ser bien conocidas por quienes hemos estudiado el papel de la masonería, el logentismo, las organizaciones secretas y otras metaestructuras "generales". El capital y los flujos comerciales, los bienes inmuebles y la mano de obra se centran y concentran en manos de unos pocos, que no están sujetos a ningún control parlamentario o gobierno corporativo (como una razón de ser constitucional). Esto significa, en detalle, que la prosperidad o la ruina de economías y continentes enteros está en manos de individuos cuya preocupación es ganar aún más poder, influencia y capital y experimentar así su autoafirmación.
Estos seres no son en absoluto -en el sentido estricto de la palabra- almas confusas que no son conscientes de las consecuencias de sus actos, sino agentes de fuerzas cósmicas negativas (asuras, sánscrito) que se dedican sobre todo a la razón egoísta y a los aspectos "inferiores" de sus emociones.
Los dirigentes estatales y económicos del -como a ellos mismos les gusta decir- "mundo libre" se pasan las pelotas unos a otros, con lo que el papel de la política (que en realidad debería parecer que señala el camino a seguir y forma estructuras) se reduce a la función de quien sólo puede "entregar el cheque" que otro ha emitido.
El sistema se basa en la explotación, aunque en mi opinión no se puede decir en términos generales que cualquiera que pueda ser asignado al I. Mundo sea per se un explotador y príncipe feudal del III. Mundo. Sin embargo, nosotros en el G7 (y en otras "economías emergentes" en transición al sistema económico capitalista) consumimos bienes que se producen con salarios de hambre y a menudo con mano de obra esclava (también se puede ser esclavo sin llamarse así) en los países más pobres de este hermoso planeta, reducidos a la producción. Y, por último, la Organización Mundial del Comercio (OMC) no prevé sanciones para la exportación de bienes producidos en régimen de trabajo esclavo.
¿Por qué nosotros (el pueblo, el soberano de una nación) parecemos indiferentes a esto?
Porque en el Primer Mundo somos mayoritariamente beneficiarios de bienes, mercancías y servicios que se ofrecen a la venta como las cuentas de vidrio que Colón ofreció en su día a los indios norteamericanos como regalo, a cambio y al precio de renunciar a su libertad. Si el egoísmo y el "querer tener" nos ciegan de tal manera que somos indiferentes a la suerte de nuestros hermanos y hermanas ante su necesidad inmediatamente experimentada (y todos somos indiferentes hasta que nuestro pensamiento se convierte en acción ACTIVA), no debemos sorprendernos y quejarnos de que nuestra voz no sea escuchada.
Exijo una acción responsable y compasiva a todo aquel que quiera cambiar las condiciones existentes -incluido y en primer lugar yo mismo-.
Casi 150 millones de niños de entre 5 y 14 años trabajan a tiempo completo en todo el mundo, pero rara vez conseguimos pensar de forma diferente.
Observemos el poder de los medios de comunicación de forma crítica y con ojo avizor; demos una bofetada a nuestros líderes (en sentido figurado: estoy en contra de la violencia, pero también de la pasividad) y no miremos a nuestros líderes empresariales con el mismo ojo con el que los niños señalan a las estrellas del pop. Que nuestros corazones, nuestras mentes y nuestros sentimientos nos permitan, una vez más (y por fin), seguir los caminos que nuestras almas anhelan, los caminos de la compasión y la atención plena, y que todos actuemos por fin.
"La libertad es siempre la libertad de los que piensan diferente"
Rosa Luxemburg
"La sedición debe convertirse en una profesión de fe"
"Si no estás seguro, haz la siguiente prueba: Piensa en el rostro de la persona más pobre y débil que hayas conocido y pregúntate si el paso que vas a dar ayudará a esa persona".
Mahatma Gandhi
